Siento en mi alma un dolor extraño, un dolor que se extiende, uno que no había sentido antes; un dolor que quiero aliviar, uno que me llena...

Un dolor compartido

22:54 Aynoa Morán 0 Comments

Siento en mi alma un dolor extraño, un dolor que se extiende, uno que no había sentido antes; un dolor que quiero aliviar, uno que me llena los ojos de lágrimas sin mucho esfuerzo, uno que no me quiero quitar de encima porque lo siento mío. Un dolor que aunque está en mi interior es compartido; el dolor de mi país, el dolor de muchos, y aunque hoy nos sumergimos en él, estamos dispuestos a luchar juntos para sanarlo.

Y me indigno, me indigno con los pocos que al poder no dan pie con bola, que se hacen un laberinto y que con soberbia no se dejan ayudar. Me indigno con los empresarios, que no pueden detener un día de trabajo, para hacer algo por los demás que tanto lo necesitan. Me indigno porque hoy cuando quise ir a dar una mano, me tocó trabajar, me tocó fingir que todo estaba bien y conversar. Me indigno por las ansias de algunos de lucrarse de esta tragedia, me indigno con todos ellos y me muerdo con ansias los dedos.

Y es ahora que hay que pararnos, que detener todo y ayudarnos, porque son muchas las cosas que puedes hacer para que salgamos de esta, ya sea que dones, seas voluntario o riegues la voz, lo importante es ser conscientes, darnos cuenta de lo que está pasando, abrir los ojos, los tuyos, los de todos, porque somos uno y es momento de trabajar en equipo para llegar a más.

Hay que seguir demostrando que esto es Ecuador, que aunque es un país pequeño está lleno de gente solidaria que lo hace enorme, gente dispuesta a poner el hombro, listos para dejarlo todo y dar. Porque aunque ningún país es perfecto, el mío sin duda no lo es, aquí estamos, preparados para dejar su nombre en alto, sin la ayuda de ninguna autoridad, ni de ostentosas demostraciones, solo un montón de manos y corazones, que con un dolor compartido han decidido ser más que grandes. 

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No supo qué decir luego de tal suceso. Sus manos seguían nerviosas, sus ojos y su espina dorsal también. Ella lo empujó por las escaleras, ...

Impulso

17:35 Aynoa Morán 0 Comments

No supo qué decir luego de tal suceso. Sus manos seguían nerviosas, sus ojos y su espina dorsal también. Ella lo empujó por las escaleras, la culpabilidad le corroía la mente; ella lo empujó, era culpable y sin darse cuenta el gozo hallaba un poco de espacio dentro de tanta culpa. El alarido de muerte retumbaba en su cabeza y aunque sollozaba en la vida para los demás como una sensible inocente, una pequeña risa nacía en lo más profundo de su mente.

Un empujoncito bastó para darle a su acompañante el fin, uno por pura curiosidad; fue culpa de la vocecita malvada, de ese “Qué pasaría si…”, de ese mal inocente que nos habita.

No volverá a pasar, repetía en voz alta y con desespero; en su cabeza ya danzaba los dulces pasos de la victoria, lloraba entre risas, se lamentaba victoriosa.

No volverá a pasar, repetía en su interior y revivía el suceso, el impulso coqueto, con los gritos, el forcejeo y la sonrisa que se dibujó en su rostro luego del acto, esa de la que no le hablaría nunca a nadie, más que a su almohada de vez en cuando.

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Cierras los ojos y la adrenalina se desborda de tu cuerpo, te tiembla hasta el dedo meñique, no te puedes concentrar; sigues pensando en l...

Adicciones

22:51 Aynoa Morán 0 Comments

Cierras los ojos y la adrenalina se desborda de tu cuerpo, te tiembla hasta el dedo meñique, no te puedes concentrar; sigues pensando en lo mucho que lo puedes disfrutar, pero al mismo tiempo pasan por tu mente todos los malos pensamientos: Los pesimistas, los oscuros, los cobardes, esos que te daban cuando sabías que tenías que contarle a tu papá sobre ese cero seis que te sacaste en estadística... Se te empapan las manos.

Te sueltas el pelo, te lo vuelves a recoger, ya no sabes qué es mejor para este momento; sudas frío, tienes calor, te desabotonas la blusa y empiezas a subir. El viento te da en la cara, estás lista para gritar ¿Y ese hormigueo en la panza? Ya no sabes bien hacia donde mirar. Juegas con tus manos que están libres, te las llevas al pelo, tratando de darle un orden a tanta rebeldía. Aumentan las ganas, el miedo, las expectativas, te sueltas el pelo y no hay nada mejor que dejarse llevar. Te ahogas en gritos; el éxtasis entra en tu mente, sale por tu boca. Sabes que ya mismo acaba, pero quieres hacerlo durar, lo disfrutas al máximo, te muerdes los labios, el vértigo desaparece, sabes que a partir de ahora todo es placer. 
Todo llega a su fin y la cabeza da vueltas, el corazón palpita indiscreto, eleva tus ansias, te deja intranquila. 
Piso firme, un pequeño descanso, y vamos de nuevo. Un nuevo tipo de adicción.
Después de todo, aunque subirse a un montaña rusa no es mejor que el sexo, siempre vale la pena probar.

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Tengo a mi lado a un hombre que me ama, uno que me ama y al que yo amo, al que beso y miro para saber que lo tengo, al que palpo con los de...

Concomitancia

9:43 Aynoa Morán 1 Comments

Tengo a mi lado a un hombre que me ama, uno que me ama y al que yo amo, al que beso y miro para saber que lo tengo, al que palpo con los dedos, un hombre con el que encajo las manos para no perder el rumbo. Él duerme en silencio y lo admiro: Observo sus pómulos, su boca, su cara a medio rasurar, esa comisura que tanto me gusta besar y en la que descanso de beso en beso; imagino su voz que ya me sé de memoria, lo veo inerte, pero lo sé lleno de vida.
Me inclino hacia él y se adapta a mi cuerpo, a mi comodidad que ya conoce a diario.
Me acompaña, me sonríe, me discute y me regaña, este hombre que me ama me descifra completa cuando quiero permanecer enigma. Y se queda aquí, en mis locuras, mis tristezas y grandezas, toma respiros en mis histerias, suelta lágrimas en mis dudas. 
Ahora duerme y me hace pensar, pensar en que me ama, en que por mí no cambia: Crece. Crece para que estemos juntos, crece. Y aunque frunce el ceño, es feliz y yo lo observo hasta quedar dormida, dormida junto al hombre que me ama, este que yo amo y que se volvió mi vida.

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