Duele, duele como punzadas que nadie te está dando, como un cuchillo que se incrusta en tu pecho una y otra vez, y piensas que es raro que...

(Des)ahogo

5:28 Aynoa Morán 0 Comments

Duele, duele como punzadas que nadie te está dando, como un cuchillo que se incrusta en tu pecho una y otra vez, y piensas que es raro que puedas hacer esa comparación porque nunca te han acuchillado, pero crees que si algún día lo hicieran dolería así. Pero tal vez esto es peor, porque aunque no existe duele, aunque no se materializa duele.
Un dolor punzante que se instala en tu pecho y que se queda ahí, y que cada vez que crees que lo has olvidado, vuelve, como arcadas que te arrancan las entrañas, vuelve, te habita, el dolor, se instala.
Lloras, intentando quedar vacía y seca como una pasa, lloras, pero es imposible, te duele la cara, los ojos, la vida. Las lágrimas te salen del pecho, las sientes, y sabes que aunque salen por tus ojos, es tu pecho el que se vacía, y ese vacío produce más llanto, eres agua infinita, agua dolorosa, un mar despiadado que te ahoga y te arrastra.
Ojos que se hinchan, te inflaman las ganas, la vida, una vida inflamada, a punto de reventar, pero no revienta, aprietas la cara, los ojos, el ceño, el alma, presionas y no revienta, se reprime y se queda y duele y se convierte en esa punzada latente que te aplasta el esternón, el tórax y de nuevo te acuchilla y sabes que pronto viene la arcada. La posición fetal que ayuda, pero que no calma, se convierte en tu cueva y se reinicia el dolor, a mitad de camino, cuando parecía que estaba a punto de expirar, vuelve a empezar. Punzada tras punzada, solo queda respirar.


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