Te ves al espejo y no ves grandes cambios, eres la misma de hace unos días, con las mismas marquitas que te ha ido dejando la vida, los...

Así que cumples años

9:57 Aynoa Morán 3 Comments


Te ves al espejo y no ves grandes cambios, eres la misma de hace unos días, con las mismas marquitas que te ha ido dejando la vida, los mismos lunares, el mismo cabello alborotado, las mismas ojeras tontas que se han ido formando con el tiempo; eres tú, la que ayer tenía 25 y hoy 29. Pero no, no eres la misma, tienes un año entero de vivencias y nuevos aprendizajes encima, tienes heridas que en un año te hicieron crecer diez, emociones que te hicieron sentir meses en una semana, nuevos recuerdos que de alguna u otra forma te harán cambiar tu manera de ver cada día. 
Cumples años y te cuestionas un montón de cosas, teorías sobre la existencia, sobre tu existencia. Y siempre eres muy joven para tus padres y muy vieja para tus amigos. Siempre “tienes todo por delante” y “estás enterita”, siempre te comes los años “porque en serio te ves como de 23”, te vas acostumbrando a ser la joven en el cuerpo de la no tan joven.
Y a pesar de que la edad es solo un número, sé que para muchos tiene un gran peso, por eso le huyen a mencionarlo, pretenden olvidarlo, y adornan sus tortas con signos de interrogación que soplan entre risas evitando el muy fastidioso “¿cuántos cumples?”.
Hoy para mí, es solo “el final de los 20s” otro final más, pero al mismo tiempo un casi nuevo comenzar, un reseteo, y de vez en cuando ¿quién no quiere resetear?
Te miras una vez más y te das cuenta al final, que es cierto que tu cuerpo ya no cambia tanto como antes, que ese rollito apareció para quedarse, que hay una, dos, tres canas debajo de tu frondoso pelo negro, y que los dientes blanco perla, parecieran tener pequeños destellos amarillos que se niegan a irse con este o ese enjuague bucal. Eres la misma, pero el cuerpo se desgasta y te deja la notita recordándote que eres otra al final. 
Pero es también emocionante. Emocionante no saber lo que se viene después, asomarnos a esa incertidumbre que aterra, que mueve el piso, que nos apura. Emocionante planificar sabiendo que la vida se cagará en nuestros planes, porque lo  va a hacer, y la cretina nos observa intentar llevar a cabo lo que tanto teníamos en mente, nuestra desesperación, el llano, la frustración, el desencanto. Solo lo comprendes cuando te das cuenta de que así se crece, de que así te formaste y llegaste a ser tú; incomprensible, testaruda, sentimental, dramática, divertida, fuerte, tú.
Es tu cumple, estás viva, de repente tienes lleno el celular de mensajes de personas con las que no hablas nunca, pero que por algún motivo creyeron que era pertinente coger sus teléfonos buscar tu número y mandarte un “hey, feliz día”, pero no han hablado en un siglo y quizá no vuelvan a hablar hasta dentro de un año, a pesar de que se respondan y se prometan topar el próximo sábado. 
Es tu cumple y hay torta, y hay canto, hay fiesta y el gato volador de fondo para prenderla. 
Es tu cumpleaños y sigues acá, haciendo alguna diferencia, pudiendo dar abrazos, pudiendo besar a otros y sentir el calor del amor de tus padres, amigos o hermanos, estás y puedes pertenecer, a lo que sea, a ti mismo.
Sea lo que sea que decidas hacer en tu próximo cumpleaños, siéntelo. Si es nostalgia hacia todo, si es rabia con el mundo, si es coraje por las arrugas, si es amor por la vida, si es indignación por lo que te rodea, felicidad por lo que te llega o tal vez tristeza por estar solo mientras estás acompañado, cualquier cosa siéntela, porque ahí es cuando sucede todo.
Si estás acá cumpliendo años es por algo, ahora sal de aquí y ve haz que cuente una vez más.

Feliz cumpleaños.

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A Ringo, mi pequeño príncipe Llegaste aquí, a mí, llegaste porque así lo quiso el universo (o cualquiera de esas fuerzas espiritual...

Querida mascota

16:46 Aynoa Morán 8 Comments


A Ringo, mi pequeño príncipe


Llegaste aquí, a mí, llegaste porque así lo quiso el universo (o cualquiera de esas fuerzas espirituales que habitan la vida), llegaste a mi hogar y yo llegué a ti. Llegamos el uno al otro y así fui feliz. Gracias ¿por qué? Por la tolerancia, por la entrega; por ser abrazo, almohada y desahogo, por ser sinónimo de calma, hogar y felicidad infinita, gracias por ser, por haber sido.
Entiendo que no entiendes mucho cuando me desvivo por darte besos, comprendo que es complicado ver a un ser diferente a ti queriendo hacerte hacer cosas, comer cosas, sentir cosas que están fuera de tu comprensión, lo entiendo y una vez más te agradezco por seguirme viendo con los mismos ojos aunque mil veces me pase de intensa, de loca, de histérica.
Te amo, sí, lo hago y no lo digo a la ligera. Pero es un amor aparte, no es el tipo de amor de los amantes de turno o el de las parejas, te amo de una manera extraña que no se puede poner en palabras. Te amo cuando te veo e intento ponerte apodos de amor que terminan en sin sentidos, mezclando términos de amor acabo con frankensteins que intentan acercarse a lo que siento, pero nunca es suficiente. Y tú me miras, con los ojos acuosos y te dejas amar de esta manera errante, te dejas porque eres un pedazo de amor puro, al 100% no lo sabes pero eso eres, amor en toda su esencia, amor que con mucha suerte tocó mi puerta y se quedó a habitar mi caótica existencia.
Nos tenemos que separar, lo sé, así pasa. Desgraciadamente, los humanos vivimos más que las mascotas, es tan injusto que te tengas que marchar, es tan tonto que yo tenga que continuar sin ti, pero es mi turno de comprender esta parte del camino. Cumpliste el cometido por el que te pusieron a mi lado, me ayudaste a estar donde estoy. Te calaste mis llantos innecesarios por temas no tan importantes, te acurrucaste a mi lado cuando me vine abajo por los relevantes; fuiste mi sombra, mi hermano, mi amigo, fuiste de todo, pero sobre todo fuiste el rayito de energía que me ponía feliz entre tanta mierda.
Mi amor es tuyo, como el tuyo fue mío. Mi pequeña compañía de vida, mi fuente de amor incondicional. 
Y guardaré tus fotos en mi cabeza; esa al pie de la puerta, al borde de mi cuarto o junto a mi cama. En posición de salto, listo para treparte a la silla a la hora del almuerzo, acostado panza arriba cuando el sol empezaba a golpear en el patio, tú y tu carita entre mis piernas cuando querías que te sobe de más. 
Pequeña mascota mía, a donde sea que te vayas voy a extrañar. 
Amarte es esto, amarte es dejarte ir con todo el sentimiento desbordándose por mis ojos, amarte es saber que te vas pero que te quedas, que te quedas para seguirme enseñando a vivir.
Aprendí de ti más de lo que me imaginaba y me siento extremadamente afortunada de que hayas sido tú lo que el cosmos eligió para mí.

Nos vemos en alguna otra vida, porque sé que seguro nos volveremos a topar. 

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Guardarte las cosas. ¿Qué tan sano es guardarse las cosas? Por ejemplo, me acuerdo que mi papá siempre me decía que no me aguante las g...

Volverse loco

11:46 Aynoa Morán 0 Comments


Guardarte las cosas. ¿Qué tan sano es guardarse las cosas? Por ejemplo, me acuerdo que mi papá siempre me decía que no me aguante las ganas de hacer pipí, porque no era bueno estar guardando esa cantidad de líquido innecesario en mí, y que me podía dar una infección y es peor aún que una mujer se ande aguantando las ganas de nada en la vida, o bueno, de hacer pipí, pero ya me fui por la tangente como siempre. En fin, no guardarse nada, ni líquido con toxinas, ni ganas de hablar, ni ganas de gritarle a algo, o de besar, o lo que sea.
No voy a mentir, claro que me guardo las cosas, pero es que, para esto también hay que ser una estratega, hablar cuando haya que hablar, callarse cuando hay que hacerlo; la planificación es clave.
¿Se imaginan si fuéramos por ahí diciendo todo lo que nos pasamos guardando en el pecho, lo que siempre se queda en la punta de la lengua? El caos.
Ningún extremo es bueno, pero hay que balancear. No se trata de aplicar la de altanera e ir por la vida escupiendo agresividad o llanto, creo que la idea va un poco en buscar ese punto de equilibrio, en el que no dejas que tu mente te gane. Es muy, muy difícil, pero hay que intentarlo. En este proceso, en el que admito no he logrado todavía llegar al bendito balance, creo que no está demás compartir lo que hago de vez en cuando para no volverme loca y optar por aplicar la de la purga.

Llorar. Vamos, que alguien de aquí me niegue que llorar no tiene un je ne sais quoi que ayuda a despejar todo. Es mágico, reparador, liberador. Espera, antes de que te pongas a llorar en cualquier lugar, mejor escoge esos spots en los que te sientas libre de hacerlo. Eso sí, llorar no es para todos, en especial si te vas a pegar el llanto en la ofi y si justo eres de las que se maquillan mucho y te toca volver a tu puesto, siendo así, recomiendo maquillarse after llanto. Si eres de los que cree que llorar te hace débil, entonces aquí termina la lectura para ti, bye bye.
Ahora que ya lloraste, pero todavía sientes que tienes cosas que dejar salir, No hay nada más lindo que pegarse una buena puteada de vez en cuando, agarrar un pato, uno que se lo merezca y dejar salir todos los rayos y centellas del alma.
Y si te da toda la pena del mundo agarrártela con una pobre alma en desgracia, siempre te queda, el amigo/a aguantón. De todos los tipos de amigos que se deben tener, este es el imprescindible. Este ser humano valioso será él/la que siempre puedas llamar para mandar todo a la m… putear sin sentido, echarle la culpa al mundo y por más repetitivo que puedas sonar, esta persona escuchará y te abofeteará de ser necesario. 
Apasiónate por algo. Duh, descubrí el agua tibia. Sé que suena evidente y que de seguro todo el mundo te lo dice, pero es real. ¿Te gusta bailar? Ve y baila. Que no sabes bailar, y qué importa. Que ya estás viejo/a y que no estás para empezar recién a aprender algo nuevo y que es difícil coger el ritmo y… shhh *(inserte aquí cachetada)*, para las excusas, si te gusta hazlo, lo importante acá es liberar la tensión que te da el resto de la vida. Si lo tuyo es el deporte, ve sácale la madre a las pesas, o a esa triste colchoneta eternamente húmeda del gym, o trépate a la bici, sal a correr por ahí.
Confía en el poder de la canción. No quiero adoctrinar a nadie aquí, pero este es mi método favorito. No, no importa qué tipo de música sea tu música favorita, el punto aquí es hacer con ella lo que te ayude a dejar salir las cosas. Ármate un playlists, dos, mezcla esas canciones con las que te vaciabas los pulmones cantando, con esas que te exprimen cada partícula de agua salada del organismo. Cantar no es necesario (aunque siempre es bueno para mí, pobres mis vecinos y padres), deja que la música haga lo suyo. Yo soy fan de los playlist, pero también fan de escuchar álbumes enteros de corrido, ya dependerá de cada persona, solo no le cierres tu corazón de dejarte vibrar de verdad, por una buena rola. 
Aunque podría seguir de largo, acabaré con un pequeño, pero no menos eficiente, bonus tip: Escoge bien a qué le vas a dedicar tu energía. Dejar de guardarse las cosas es importante, pero lo es más saber a qué le vas a dedicar tu tiempo y energía. A mí me costó entenderlo (y aún sigo en eso), pero poco a poco, se logra. No country for stubborn ones.

No te quedes con las ganas, seamos más directos, si queremos algo vayamos por ello, si nos rechazan o si sale feo, lo importante es haberlo vivido y haberlo sacado de nuestro organismo. Dejemos de ser acumuladores de intenciones, dejemos, en general, de acumular cosas que nos van matando por dentro, luego vienen los arrepentimientos, la ansiedad, la mordida de las uñas y otros tics, los tontos tics que no se van y que poco a poco nos vuelven un poco más locos. Seamos locos cuando haya que serlo, pero asegurémonos de no terminar por los parques y calles gritando sobre el apocalipsis que está por venir, que creo que de eso ya no nos salva nadie.

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