Qué loco todo esto ¿no?   Siempre pensé que si algún día nos tocaba estar en cuarentena, sería por un Apocalipsis zombie u algo por...

Nos quedamos en casa

13:36 Aynoa Morán 0 Comments


Qué loco todo esto ¿no? 

Siempre pensé que si algún día nos tocaba estar en cuarentena, sería por un Apocalipsis zombie u algo por el estilo. Sí, soy de esas que está un poco obsesionada con los muertos vivientes y además, más vale estar preparada para cualquier cosa. Ahora es cuando agradezco todas esas horas invertidas en lecturas sobre futuros distópicos, pandemias y películas del fin del mundo.
Y hoy estamos acá, todos en el encierro, en nuestras casas o donde nos haya tocado estar, tratando de ser productivos y de no volvernos locos, adoptando nuevas rutinas o tratando de adaptar las viejas a este nuevo tipo de vivir momentáneo.
En mi intento por no volverme loca, y por ayudar un poco a todos en días de enclaustramiento, intentaré darles pequeños consejos para llevarlo mejor:

Levántate pronto. Ya sé que todo el mundo lo anda diciendo, pero es real. No cambies tu alarma (bueno tal vez puedes atrasarla un poquito), intenta estar de pie como todos los días, temprano y lista para la acción. Recuerda que todo es mental, piensa que estás yendo a la ofi todos los días y no que te quedas en casita con todas las comodidades. Si no logras engañar a tu mente los resultados pueden ser fatales.
Ten un spot de trabajo. Aléjate de tu cama. Ese hermoso colchón ultra cómodo, con tus sábanas y la almohada temática de tu película favorita son tu peor enemigo. No dejes que te seduzca y escoge un lugar más apropiado para abrir la compu y ponerte a trabajar. Cerciórate de tener todo a la mano: compu, cargador, libreta, pluma, desinfectante, agua (o lo que sea que les guste tomar), algún snack, etc. 
No te quedes en pijama. No te digo que te pongas las galas, tampoco la ropa que usarías para ir a la ofi, porque es irreal. Pero quítate esa camiseta vieja con la que duermes ya hace muchos años, báñate y ponte algo comfy con lo que sí saldrías de casa. Ponte el look de “ir al super”, ese que está cerca de ser una pijama, pero que también es aceptable para recibir la mirada pública.
Haz ejercicio. Ya sé que es difícil, peor si no era parte de tu rutina de la vida normal. Creo que este es el momento perfecto para incorporarlo a tu día a día. Claro, no es que de la noche a la mañana vas a estar en modo Rocky (inserte aquí “Eye of the tiger”) pero lo importante es hacer alguito. Yo, llevo años haciendo ejercicio en casa y ya tengo a mis gurús fit, que con sus rutinas cortas me han salvado de la obesidad mórbida. Pueden empezar con Blogilates con rutinas geniales, chiquitas y perfectas para hacer en cualquier esquina del hogar (la amo), o si prefieren a alguien que les hable con acento de español de España (hostia), está la increíble Patry Jordan 💜 o si lo que les gusta es el yoga, porque quieren algo con menos saltos y agresividad (jeje) enamórense, como yo lo estoy, de Yoga with Adriene. Si estas opciones no les van, siempre pueden al menos caminar, dar paseítos por la casa, o si viven en una urb. Salir a dar una vueltita por ahí.
Organiza tus tiempos. Recuerda que esto es como si estuvieras en la ofi, entonces haz lo mismo que harías de estar allá. Si eres de los que hace lista de ToDos (yo sí que lo soy), no la dejes de lado. Lo importante es comprometerte a lograrlo, un poco cada día, caso contrario te va a distraer todo, y vas a terminar clasificando tu ropa por colores y tus libros en orden por tamaño, editorial o color, etc. 
Deja de comerte todo. Esto de trabajar en casa es complejo, te da ansiedad y la ansiedad te da hambre y el resultado es terminar comiéndote todas las chucherías que tienes por la casa. Vas a terminar parándote mil veces a coger snacks; que las galletas, el canguil, un pedazo de chocolate o un cake. Bueno no me malinterpretes, si quieres comer a cada rato, eres libre, el problema es que en tiempo de cuarentena, hay que consumir lo justo y necesario. La gente anda como loca vaciando los supermercados, no querrás quedarte con la refri vacía antes de tiempo, a este paso te vas a acabar tus provisiones al día dos. Planifica tus comidas y así felices todos.
Extraña. Sé que suena raro, pero aprovecha este momento de distancia con tus amigos, novio/a, potencial algo/crush/padres (si es que no vives con ellos o si te agarró el encierro lejos de casa), para extrañar. Para darte cuenta de lo mucho que te gusta tener a estas personas en tu vida. Extraña las largas conversaciones en persona y los abrazos, el olor de tus papás cuando te abrazan y el sabor del café, vinito, cerveza que te pegabas con tus amigos cada semana. Es tiempo de apreciar gente, nunca se está tarde.
Haz videollamadas. Sé más millennial de lo que ya eres y mantente conectado con los tuyos. No solo con la gente del trabajo, llama a tu mejor amiga/o, queda con tu chico/a para hacer un date virtual, mira películas en línea; crea nuevo hábitos. Hábitos lindos, en momentos duros 💜
Sé que es difícil estar lejos de los que quieres, en especial si el encierro te tocó lejos de tu familia, pero tratando de mirar el lado positivo a la situación (such a cliché), un poco de distancia también nos hace bien a todos, algo así como dice Chicago…

Everybody needs a little time away, I heard her say from each other…
Even lovers need a holiday, far away from each other. 🎼

Y bueno, espero que esto los ayude en algo, o que al menos sea una buena lectura para pasar el rato ✌🏻, el resto ya lo sabes, cuídate, lávate las manos, usa alcohol, la la la, y obvio #QuédateEnCasa 
Vamos que luego de esto se viene lo bueno ¿saben lo emocionante que será cuando nos volvamos a encontrar? ⚡️

Bonus: Les dejo un playlist de spoty que uso para chillear y creo que todos necesitamos relajarnos un poquito en estos días. 
Enjoy!

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Esta semana mis padres cumplieron 34 años desde la primera vez que empezaron a salir. Ajá, no de casados, de salir. Desde que tengo mem...

Amar

16:32 Aynoa Morán 0 Comments


Esta semana mis padres cumplieron 34 años desde la primera vez que empezaron a salir. Ajá, no de casados, de salir. Desde que tengo memoria, siempre han celebrado dos fechas: esta y el día de su boda. Me pareció gracioso al inicio que celebraran este momento, pero luego entendí, que para ellos era muy importante recordar el día en el que decidieron empezar a conocerse de otra manera, comenzar a ser parte de la vida del otro, de los planes, de las preocupaciones, del ocio, empezar a ser juntos. Yo, como buena fan del amor que soy, los apoyo siempre en celebrar el suyo.
Se conocieron en Barcelona, en los ochenta, mi pa había ido allá a acabar sus estudios, mi madre era una veinteañera viviendo con sus amigas en Andorra, todo un Sex and the City español (léase con acentito). Sin celulares ni tecnologías que los mantuvieran en constante contacto, se las ideaban para verse pegándose los viajes de ciudad a ciudad, y para hablar utilizando las cabinas de paso. Yo, hoy, revivo su amor en las fotos de los álbumes que crearon, esos en los que los dos me muestran ese lado joven de ellos que nunca llegué ni llegaré a conocer; el de las melenas locas, la pseudo barba que mi papá nunca pudo llegar a cosechar, el estilazo de mi mamá, los rincones europeos que formaron parte de sus primeros años y que, entre broma y broma, siempre prometen volver a visitar.
Yo sé, sé que mi papá es un gruñón con alma de niño, es un bromista que se esconde en el cuerpo de un serio doctor, sé que tiene sus costumbres extrañas y sus formas de hablar, sé qué cosas le puedes decir de frente y qué otras cosas hay que decírselas a través de mi mamá. Yo conozco esta versión de mi padre, la de ser papá.
Sé de mi ma que es una mujer más que fuerte, que está llena de emociones igual de intensas, sé que de ella saqué lo temperamental y lo sensible, sé que si se enoja no hay nadie que te salve,  y que luchará por los que ama hasta el final. Sé que amaba bailar en las discotecas con sus plataformas y mini faldas setenteras, conozco todo sobre esta mujer, en su versión que hoy llamo mamá.
De los dos sé que aman madrugar, que son fanáticos de ir al mercado a comprar frutas, sé que cocinan juntos y mi mamá le tiene paciencia al modo cocinero de mi papá que ensucia ollas, rompe platos y que siempre hace arroz de más. Sé que adoran los domingos para salir por ahí a pasear, sé que son “viejo” y “vieja” incluso cuando aún eran jóvenes. Sé que se intercambian los periódicos mientras toman el desayuno y se comparten las noticias, y que a veces, mi pa se las lee en voz alta a mi ma. Sé que no son 100% compatibles y que discuten por estupideces, pero que al final aquí están, tomando café juntos cada tarde, yendo al super como hobbie compartido de cada día, porque siempre, siempre hay algo que comprar.
Han sido años y años de conocerse y de volverse a conocer para ellos. En un mundo que ha cambiado tanto, estoy segura de que son muchas las versiones de las que se han tenido que volver a enamorar y creo que eso es lo más hermoso. Yo los observo con parsimonia y admiro esta manera de querer que me muestran cada día, esa de los pequeños detalles y de la compañía. Porque al final, al final el amor es encontrar un compañero de vida, uno que decida ir a tu lado en cada decisión que te toque tomar. Es hallar a ese alguien al que le puedas contar tus sueños más tontos y que entre sermón, risas o llanto te diga “vamos”. Es duro, entiendo, pero viendo a mis pas, sé que es real. 
Yo sí digo entonces, vamos por más de esos amores cómplices, que aunque complicados son por los que quiero apostar. 
No voy a decir que he sido perfecta en esto de amar, pero prefiero seguir arriesgando a apresurarme a amar si amar, a salvarme del abismo, refugiándome en él. Amar de verdad es para valientes, como lo fue mi ma por allá en los ochenta, cuando decidió coger sus maletas y cruzarse la vida para estar con mi pa. 
Y es que como diría Benedetti: 

…no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves…

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