Esta semana mis padres cumplieron 34 años desde la primera vez que empezaron a salir. Ajá, no de casados, de salir. Desde que tengo mem...

Amar

16:32 Aynoa Morán 0 Comments


Esta semana mis padres cumplieron 34 años desde la primera vez que empezaron a salir. Ajá, no de casados, de salir. Desde que tengo memoria, siempre han celebrado dos fechas: esta y el día de su boda. Me pareció gracioso al inicio que celebraran este momento, pero luego entendí, que para ellos era muy importante recordar el día en el que decidieron empezar a conocerse de otra manera, comenzar a ser parte de la vida del otro, de los planes, de las preocupaciones, del ocio, empezar a ser juntos. Yo, como buena fan del amor que soy, los apoyo siempre en celebrar el suyo.
Se conocieron en Barcelona, en los ochenta, mi pa había ido allá a acabar sus estudios, mi madre era una veinteañera viviendo con sus amigas en Andorra, todo un Sex and the City español (léase con acentito). Sin celulares ni tecnologías que los mantuvieran en constante contacto, se las ideaban para verse pegándose los viajes de ciudad a ciudad, y para hablar utilizando las cabinas de paso. Yo, hoy, revivo su amor en las fotos de los álbumes que crearon, esos en los que los dos me muestran ese lado joven de ellos que nunca llegué ni llegaré a conocer; el de las melenas locas, la pseudo barba que mi papá nunca pudo llegar a cosechar, el estilazo de mi mamá, los rincones europeos que formaron parte de sus primeros años y que, entre broma y broma, siempre prometen volver a visitar.
Yo sé, sé que mi papá es un gruñón con alma de niño, es un bromista que se esconde en el cuerpo de un serio doctor, sé que tiene sus costumbres extrañas y sus formas de hablar, sé qué cosas le puedes decir de frente y qué otras cosas hay que decírselas a través de mi mamá. Yo conozco esta versión de mi padre, la de ser papá.
Sé de mi ma que es una mujer más que fuerte, que está llena de emociones igual de intensas, sé que de ella saqué lo temperamental y lo sensible, sé que si se enoja no hay nadie que te salve,  y que luchará por los que ama hasta el final. Sé que amaba bailar en las discotecas con sus plataformas y mini faldas setenteras, conozco todo sobre esta mujer, en su versión que hoy llamo mamá.
De los dos sé que aman madrugar, que son fanáticos de ir al mercado a comprar frutas, sé que cocinan juntos y mi mamá le tiene paciencia al modo cocinero de mi papá que ensucia ollas, rompe platos y que siempre hace arroz de más. Sé que adoran los domingos para salir por ahí a pasear, sé que son “viejo” y “vieja” incluso cuando aún eran jóvenes. Sé que se intercambian los periódicos mientras toman el desayuno y se comparten las noticias, y que a veces, mi pa se las lee en voz alta a mi ma. Sé que no son 100% compatibles y que discuten por estupideces, pero que al final aquí están, tomando café juntos cada tarde, yendo al super como hobbie compartido de cada día, porque siempre, siempre hay algo que comprar.
Han sido años y años de conocerse y de volverse a conocer para ellos. En un mundo que ha cambiado tanto, estoy segura de que son muchas las versiones de las que se han tenido que volver a enamorar y creo que eso es lo más hermoso. Yo los observo con parsimonia y admiro esta manera de querer que me muestran cada día, esa de los pequeños detalles y de la compañía. Porque al final, al final el amor es encontrar un compañero de vida, uno que decida ir a tu lado en cada decisión que te toque tomar. Es hallar a ese alguien al que le puedas contar tus sueños más tontos y que entre sermón, risas o llanto te diga “vamos”. Es duro, entiendo, pero viendo a mis pas, sé que es real. 
Yo sí digo entonces, vamos por más de esos amores cómplices, que aunque complicados son por los que quiero apostar. 
No voy a decir que he sido perfecta en esto de amar, pero prefiero seguir arriesgando a apresurarme a amar si amar, a salvarme del abismo, refugiándome en él. Amar de verdad es para valientes, como lo fue mi ma por allá en los ochenta, cuando decidió coger sus maletas y cruzarse la vida para estar con mi pa. 
Y es que como diría Benedetti: 

…no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves…

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