Mi mami ochentera Me acuerdo que estaba en plena adolescencia, cuando me di cuenta de lo valiosa que era mi mami en mi vida. Fue así, de la ...

Ma, Mami, mamita, madre, mamá

15:31 Aynoa Morán 0 Comments

Mi mami ochentera


Me acuerdo que estaba en plena adolescencia, cuando me di cuenta de lo valiosa que era mi mami en mi vida. Fue así, de la nada, tenía 12/13 años. Un día me levanté y mientras desayunábamos caí en cuenta de algunas cosas; como de que a pesar de todo lo que hacía por mí a diario, yo no la abrazaba lo suficiente y no solo eso, que no le hacía saber lo mucho que la amo y lo agradecida que estoy por su existencia. Entonces empecé a abrazarla mucho, siempre, poniendo en esos abrazos exactamente todo lo que sentía por ella, queriendo que sepa sin palabras cuánto la aprecio. 


Decidí que cualquier instante era bueno para darle amor. Si iba al colegio a hacer algún trámite, yo salía corriendo a verla y estrujarla entre mis brazos, a la mañana al encontrarla preparando el desayuno, entraba rauda a la cocina y me aferraba a ella por unos segundos, aprendí también a masajearle la cabeza para calmar sus migrañas y a sobarle los piecitos, que tanto le dolían de tanto caminar. 


Cuando comencé a trabajar y la vida de adulto me tenía más tiempo fuera de casa, convertí la falta de abrazos en llamadas que le hacía en secreto a la hora de la comida, desde el teléfono de la oficina. Todos los días comía y después la llamaba, y ella me esperaba para conversar. Y por quince minutos nos poníamos al día, todos los días, incluso cuando nos quedábamos sin temas, todo podía ser una novedad entre nosotras.


A medida que fui creciendo, tenía menos tiempo para pasar con ella; recordaba entonces, sentada en el escritorio de alguna oficina, con nostalgia, esos paseos por el centro de la ciudad que solíamos hacer cuando yo estaba en la escuela, cuando la acompañaba a hacer cualquier cosa por cualquier lugar, porque sabía que al final me compraría un postre, una tartaleta de frutos rojos en ese lugar del centro tan popular por allá en los solo. Y aunque el postre era entonces lo más relevante y el tiempo juntas parecía ser solo uno más, ese sentimiento de compañía, seguridad y calma se quedó tanto en mí, que hoy a mis treintas ir al centro con mi ma a tomar un café, es de las actividades que más atesoro. Hoy soy yo la que la invita a algún postre o a algún pan, mientras nos tomamos un café en un nuevo lugar y conversamos de la vida.


Mi mami que es mi mami y es mi amiga, mi mami que sé que no es perfecta, pero que es todo lo que me hace bien en esta vida, mi mami que me ha enseñado un montón de cosas; a ver la vida de una forma, a apreciar los cafecitos, y los momentos más chiquitos, en los que lo que más importa es estar presente. Mi mami que siendo ella se ha ganado el amor de muchos y yo viéndola he aprendido lo hermoso que es abrirle tu corazón al mundo. Porque nunca la vi pensando solo en ella, o dudando antes de compartir algo conmigo o con los demás; mi mami que ha sido siempre todo dar y dar, es una madre, mujer, compañera, esposa, persona espectacular.



Y ustedes, ¿ya abrazaron a su mamá?



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