Te vi entrando al avión con tus maletas de cuero verde con listón concho de vino que seguramente utilizas para evitar extravíos, vi las ven...

Vuelo

12:21 Aynoa Morán 0 Comments

Te vi entrando al avión con tus maletas de cuero verde con listón concho de vino que seguramente utilizas para evitar extravíos, vi las venas brotadas de tus brazos, tu espalda ancha y esos brazos blancos acompañados por los vellos que me saludaron al pasar. Te desnudé con la mente y descubrí ese pequeño tatuaje que te hiciste en el omóplato izquierdo, ese mar de lunares que se esparcen por tu espalda baja y tu cuello infinito color a miel que en en solo un instante moría por devorar. Vi en tus ojos preocupación, angustia, desespero, seguramente viajabas por negocios y algo no andaba muy bien, imaginé que ponía mi mano sobre la tuya y que te besaba lento el ceño fruncido, invitándote luego a mi boca para saborear la tranquilidad. Escuché tus ronquidos leves desde mi asiento, me asomé a ver tu boca entreabierta y ese iPod que seguía sonando con el playlist que armaste especialmente para el viaje. 

Te vi escoger Lasagna en lugar de lomo a las finas hiervas y me reí al descubrir que tenemos eso y más en común. Percibí el aroma de tu cuerpo y me imaginé acostada sobre tu pecho planeando un futuro irreal. Lamí en el aire tus labios, hurgué tus pensamientos, inventé tus miedos, compartí tus incomodidades y tus ruegos, hasta que te vi marcharte hacia tu vida.
Te recordaré al ver este pasillo angosto y el asiento 15B desocupado, o al menos hasta que salga el próximo vuelo y me traiga otro nuevo amor pasajero.

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