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Llega el día del primer encuentro y haces lo que sea para encajar con esa persona con la que planeas establecer una relación, está...
Llega el día del primer encuentro y haces lo que sea para encajar con esa persona con la que planeas establecer una relación, estás preparado para reírte de sus chistes, asentir un millón de veces jurándole que tienen exactamente las mismas referencias culturales, googlearás en secreto los nombres de sus artistas favoritos, leerás en cuestión de segundos sinopsis de esas películas que considera de culto, para no quedar como un perdido y que su enamoramiento hacia ti sea fatal.
Serás adorador de fútbol, conocedor de vinos, amante de deportes extremos, activista ecológico, domador de animales, gamer, chef, apreciador de moda, todo lo que sea necesario para mantener vivo ese deseo oculto que guarda el primer encuentro.
Confiarás en el fallo de la memoria, en el paso del tiempo, en que se enamore de lo que sea que crea que eres y luego volverás a ti, a tus manías, a tus costumbres, a insultar de más, a ser alérgico a su gato favorito llamado melcocha, a morderte las uñas con desespero, a usar las pijamas flojas, a ser un humano más; volverás porque la costumbre habrá ocupado las diferencias que los pueden separar.
Entenderás que amar es eso, y que si no surte efecto y el desencanto se topa con la relación, deberás aplicar la carta del desamor e irte con dignidad, listo para volver a aplicar tus habilidades camaleónicas y así volver a nacer en las preferencias de otro.
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Tienes que estar preparado para entrar a un aeropuerto, porque una vez que estás adentro, tu susceptible humanidad está expuesta a to...
Tienes que estar preparado para entrar a un aeropuerto, porque una vez que estás adentro, tu susceptible humanidad está expuesta a todos los riesgos que conforman este complejo lugar, y en un solo segundo podrías verte atrapado en un laberinto emocional difícil de evitar.
Sin darte chance a nada, en medio de un bostezo, los aeropuertos te envuelven en su ambiente denso y te convierten en un curioso observador, en un intruso lejano, uno que inventa historias de todo lo que lo rodea, uno que hace hipótesis, asume, cuenta maletas, imagina su contenido y se divierte creando finales felices.
Y así sigues, sigues hasta que te olvidas de tu propia vida y te sumerges completamente en otra, te olvidas, te desorientas y pierdes la razón, caminas por el aeropuerto por horas, días, semanas sin rumbo alguno. Y cuando por fin encuentras la puerta, sales a la calle perdido en tu nuevo mundo; inicias otra vida sin recordar la que dejas atrás.
Si lees esto a tiempo asegúrate de estar preparado, guarda en tu bolsillo una notita para que los que te encuentren por las calles, puedan devolverte a tu hogar en caso de extravío.
12:21
Te vi entrando al avión con tus maletas de cuero verde con listón concho de vino que seguramente utilizas para evitar extravíos, vi las ven...
Te vi entrando al avión con tus maletas de cuero verde con listón concho de vino que seguramente utilizas para evitar extravíos, vi las venas brotadas de tus brazos, tu espalda ancha y esos brazos blancos acompañados por los vellos que me saludaron al pasar. Te desnudé con la mente y descubrí ese pequeño tatuaje que te hiciste en el omóplato izquierdo, ese mar de lunares que se esparcen por tu espalda baja y tu cuello infinito color a miel que en en solo un instante moría por devorar. Vi en tus ojos preocupación, angustia, desespero, seguramente viajabas por negocios y algo no andaba muy bien, imaginé que ponía mi mano sobre la tuya y que te besaba lento el ceño fruncido, invitándote luego a mi boca para saborear la tranquilidad. Escuché tus ronquidos leves desde mi asiento, me asomé a ver tu boca entreabierta y ese iPod que seguía sonando con el playlist que armaste especialmente para el viaje.
Te vi escoger Lasagna en lugar de lomo a las finas hiervas y me reí al descubrir que tenemos eso y más en común. Percibí el aroma de tu cuerpo y me imaginé acostada sobre tu pecho planeando un futuro irreal. Lamí en el aire tus labios, hurgué tus pensamientos, inventé tus miedos, compartí tus incomodidades y tus ruegos, hasta que te vi marcharte hacia tu vida.
Te recordaré al ver este pasillo angosto y el asiento 15B desocupado, o al menos hasta que salga el próximo vuelo y me traiga otro nuevo amor pasajero.
16:09
“Me gustas” le dijo ese hombre que la había estado observando con deseo toda la noche, “me gustas” repitió con insistencia y sin compl...
“Me gustas” le dijo ese hombre que la había estado observando con deseo toda la noche, “me gustas” repitió con insistencia y sin complejo. Su mirada la había asediado las últimas dos horas de la fiesta, con una intensidad que la desnudaba, que la humedecía por completo. Ahora que lo tenía frente a ella, a menos de un metro, un escalofrío recorrió su pecho, le erizó la piel, le endureció los senos. Él lo notó, y con media sonrisa dibujada se aproximó a ella sabiéndola suya. Se aferró a su cintura y ella se estremeció. Qué rápido, pensó la chica mientras se dejaba rodear por sus manos, ya nada le importaba, en su mente estaba el clímax del encuentro, sus piernas empezaban a temblar por el placer que se avecinaba, que estaba más y más cerca. En cuestión de un minuto fantaseó con su piel gélida, tersa, blanca y pura rodeando sus caderas, sus piernas, llenando su sexo.
“Qué deliciosa” le susurró aquel extraño mientras la llevaba raudo, hacia un lugar apartado del recinto, ella se dejaba llevar extasiada por el furor del momento. Dos segundos fueron suficientes para arrancarle la blusa y llenar sus manos con su piel suave, pasó por sus senos y se posó en el límite que separaba su cuello y su espeso cabello. Ella soltó un gemido, era la primera vez que cedía tan fácil, la primera vez que tomaba aquel riesgo, pero estaba lista; nunca se había sentido tan bien.
“Qué deliciosa” repitió una vez más, mientras la sostenía con firmeza decidido a no dejarla ir y besando su cuello, lamiendo su nuca, abrió con suavidad su boca y se llenó de ella. Dulces, brillantes y largas gotas carmesí corrieron por su barbilla. Así eran sus favoritas: Tan dispuestas a todo, con el corazón latiendo a mil y la sangre hirviendo. Se limpió los labios, se acomodó el traje y desapareció. Pálida pero sonriente yacía la chica, después de todo para su primera vez no había estado nada mal.
14:39
El hombre que vive en mi armario se siente feliz, me conoce más que a nadie y más que nadie. Escoge vestidos por mí, me da su aprobación y ...
El hombre que vive en mi armario se siente feliz, me conoce más que a nadie y más que nadie. Escoge vestidos por mí, me da su aprobación y compartimos risas cuando hablamos de mis complejos.
De vez en cuando mientras lloro, pasa pañuelos por las ranuras para secar mis lágrimas y ya no me sorprende escucharlo sollozar conmigo, solo para hacerme compañía. Yo en agradecimiento dejo galletas con leche, que devora en cuestión de segundos y con desesperación. Cubre mis pies cuando están fríos, me ayuda a encontrar cosas que daba por desaparecidas y apaga las luces de mi cuarto cuando sin querer me quedo dormida sobre algún libro; el hombre que vive en mi armario me cuida todo el tiempo.
Conoce cada amor que ha pasado por mi vida y me cela sin sentido cuando en mi habitación los amo; en esos instantes es común que el ropero se venga abajo o que la madera emita crujidos de insatisfacción.
A veces se lleva cosas de recuerdo, primero fue un reloj; me dio gracia imaginármelo abrazándolo por las noches viendo la pequeña manecilla avanzar y contando los minutos hasta el amanecer. Luego se llevó unas cuantas camisetas que bajaba por las noches, asumo que para dormir con comodidad.
Yo hice todo lo posible para liberarlo. Inventaba viajes laborales para dejarlo solo, incluso saqué la ropa del armario para alejar mi olor de su vida y que así empezara a habitar otro lugar. Mandé a renovar el clóset para subir su autoestima y cuando regresé mis atuendos a su “hogar”, los mezclé con ropa de otros hombres para que así comprendiera que no lo quería, pero ni así desistió de su objetivo.
Ahora desde aquí, veo que ya casi no queda ropa en mi cuarto. El hombre que vive en mi armario se llevó mi último vestido, cada par de zapatos, mis medias con encaje, mi ropa interior favorita y la que no me gusta tanto, mis bufandas de colores, las fotos de los amigos en el corcho, mis diarios, mis revistas de suscripción, todo. Escondida bajo mi cama escucho sus sigilosos pero ansiosos pasos; ahora viene por mí.
18:32
Shh… Haz silencio y no abras los ojos que ya mismo se va. Si nos encuentra, no hay vuelta atrás. Luego te caen los amores, lo desamores...
Shh…
Haz silencio y no abras los ojos que ya mismo se va.
Si nos encuentra, no hay vuelta atrás. Luego te caen los amores, lo desamores, las decepciones, los conflictos, las dudas, los miedos, el exceso de pensamiento, la gastritis y lo demás.
Mejor haz silencio y deja que se vaya, no sea que, por un un pequeño descuido, nos agarre la realidad.
15:12
Lo besó con tantas fuerzas que se hizo sapo. Lo guardó en su jardín junto a todos los otros, sumergida en la negación. Todos los lunes los ...
Lo besó con tantas fuerzas que se hizo sapo. Lo guardó en su jardín junto a todos los otros, sumergida en la negación. Todos los lunes los deja libres para que encuentren a su verdadero amor, mientras ella seguirá buscando el suyo en los labios de forasteros, que conquistados por sus encantos, le presten sus labios por un instante de infinita maldición.